Plataforma Laboral Life
Dicen algunos que “somos lo que comemos”, y no estoy en desacuerdo, pero sí que es cierto que según lo que comemos, nos va a incidir directamente en nuestra salud futura, máxime ahora que son muy prevalentes, y cada vez más, las enfermedades y trastornos cardiovasculares en nuestra sociedad de consumo.
Hay más obesos que hambrientos en el mundo, ¿lo saben?
Una de cada tres muertes está en relación con el mal funcionamiento del aparato cardiovascular, miren la importancia que tiene esta faceta en nuestro cuidado y bienestar futuro y personal. La bomba aspirante impelente que es el corazón, que hace latir nuestra sangre, es la “obra” de ingeniería más importante que existe, con un rendimiento que ninguna otra máquina inventada es capaz de hacer, pero si no se cuida, el desgaste llega, y el músculo cardiaco se hace incapaz de bombear. El sobrepeso y la obesidad obligan a este músculo a trabajar bajo presión fisiológica, generando fuerzas que terminan desgastándolo funcionalmente.
Por esta razón es muy importante advertir de las variables anexas para que el sistema cardiovascular no falle.
Uno de los factores que más contribuyen a ese hecho es la incorrecta alimentación, y voy a ceñirme a la que se hace en el medio laboral que más conozco, el trabajador sometido a estrés, muy prevalente hoy en día en cualquier país desarrollado, tiene entre otros apetencia por ingerir alimentos cuyo contenido calórico sobrepasa sus necesidades, comemos más de la cuenta aumentando nuestras kilocalorías, en detrimento de nuestra salud, porque ese exceso de azúcares, y de grasas saturadas, no se gasta y convierte nuestra dieta en depósito de “grasa parda”, muy activa fisiológicamente, para generar a posteriori colesterol y otros componentes bioquímicos, que se “pegan” en las paredes de los vasos sanguíneos (arterias) y con el tiempo reducen el calibre de los vasos por donde se alimentan y oxigenan nuestros tejidos (coronarias, aorta, renales, endocrinas, y otras). Si los tejidos humanos no se oxigenan bien, generan sustancias proactivas que dañan cada vez más al cuerpo, y de ahí algunas alteraciones. Cierto que en ocasiones nos encontramos con una base genética y/ó familiar que influye en este comportamiento, y en determinadas consecuencias de salud.
El mundo laboral necesita de un cambio en lo que respecta a sus hábitos dietéticos.
Existen en el mundo formas diferentes de comer, que no es lo mismo que nutrirnos bien, por ejemplo una dieta saludable es la que incorpora hidratos de carbono, algo más de la mitad, con pocos azúcares (dulces), mucha fibra que la encontramos en las legumbres y en las verduras y hortalizas, proteínas provenientes mejor del pescado azul (todo en general, incluso el más barato también, aunque tenga otro sabor), un buen aceite de oliva, y pocos fritos. Lo resumiría de este modo sencillamente. No olvidemos el agua (2 litros dia como mínimo), y la fruta variada y frecuente (lo ideal en mi opinión, 3 a 5 piezas al día).
Reafirmo en general la necesidad de adaptar además un menú saludable para los escolares, que serán trabajadores también, y cuyas consecuencias futuras se están viendo en la actualidad, en muchos casos.
La dieta variada es la mejor que hay, siempre antiinflamatoria, y en mi opinión, con propensión a los alimentos alcalinos (cultivados en tierra, la mayoría).
Otra de las facetas en el mundo de la alimentación que se está imponiendo es la dieta intermitente, es decir aquélla que reducimos los alimentos que consumimos por día o por semana de forma voluntaria para sentirnos mejor. Recuerdo aquel refrán castellano, “de grandes cenas están las tumbas llenas”, y es cierto que la ingestión calórica excesiva de noche, “obliga” al cuerpo a una sobretensión de aparatos y sistemas, de la que podría muy bien prescindir. Alimentarse intermitentemente (FASTING), es hacerlo de tal forma que el cuerpo continúe estando saludable, pero con menos ingestión calórica, por eso cabe programar individualmente, de qué comidas al día podríamos prescindir, o a la semana, quizás no cenar dos días a la semana, limitándose a una ingestión puntual. Siempre decide la persona, y se aconseja alguien experto-a que le vaya asesorando.
El acto de comer debe ser siempre más por necesidad que por gula.
Los emperadores de la antigua Roma, “gozaban” con la comida, hasta el punto que luego la vomitaban. Existe algún mecanismo neurotransmisor que hace que la comida se convierta en placentera y adicta, probablemente asociado a endorfinas, como la dopamina, de los núcleos cerebrales, pero su efecto, como el del tabaco, es pasajero, pero crea una dependencia física y psíquica de difícil resolución, como cualquier otra adicción. De Italia con Carlo Petrini, nos ha llegado también hace decenas de años, el movimiento “Slow Food”, fomentando de forma lenta la comida sana de proximidad campesina, que trae una nueva filosofía al hecho de comer y con la que estoy de acuerdo, porque el propósito es holístico y trascendente, “bueno,limpio y justo” como dice recientemente su creador Carlo, en una entrevista de diario, y por ello ayuda a la persona como tal, y es solidaria.
El gran especialista en Nutrición, Dr. Grande Covián, ya fallecido, hablaba de las legumbres como uno de los alimentos esenciales, porque reportan además gran parte de las necesidades nutricionales de cualquier persona, complementándolo quizás con los lácteos, frutos secos, y las frutas.
Si hablamos de alimentación tenemos que abordar al mismo tiempo la necesidad del gasto calórico, y eso tiene que ir vinculado al ejercicio físico. Cierto que por desgracia hay personas que no pueden hacerlo, pero los ejercicios de fisioterapia, las técnicas de relajación, los estiramientos, la misma respiración abdominal, que también es antiinflamatoria, puede contribuir a solventar uno de los aspectos más importantes, cuál es, compartir el gozo de la alimentación, con el goce del ejercicio físico, porque ambas mejoran el bienestar individual con las endorfinas (serotonina, dopamina, y oxitocina, principalmente).
Las sociedades que tienden a la obesidad por el sobreconsumo calórico, con el tiempo se vuelven víctimas de sus propios errores, y aparecen los problemas metabólicos, algunos resolubles y otros no, y me atrevería a pensar que algunos de los “activadores” del cáncer en general quizás estén relacionados.
Para concluir, que es lo más aceptable ¿?, comer como un acto voluntario, y participar en el mismo ágape con una voluntad de necesidad calórica para nuestro metabolismo, pero además como un modo de intercambio social, y de reconciliación con uno mismo y con los demás, cuando uno come bien acompañado en una grata conversación, la digestión se vuelve menos pesada, y puede hasta generar felicidad pero, como en todo, esta es voluble, y con ello debemos conseguir un hábito saludable, que solo se hace con la perseverancia en este caso.
José María Aguirre Fdez. de Arroyabe
Médico del trabajo