Plataforma Laboral Life
Es sabido que una exposición prolongada a la radiación solar UV puede producir efectos agudos y crónicos en la salud de la piel, los ojos y el sistema inmunitario de las personas que trabajan a la intemperie.
La intensidad de la radiación depende de varios factores, a saber: la altitud (la radiación UV es menor al nivel del mar), la latitud (los rayos UV son más intensos en el Ecuador ya que la distancia recorrida por los mismos es más corta), la nubosidad y el ozono presente. En el hemisferio sur el período con valores más altos de los índice UV alrededor del mediodía solar se da entre los meses de septiembre y marzo y entre las 10 y las 16 hs.), la nubosidad (si bien las nubes no filtran la totalidad de los rayos, estas actúan como filtro para que lleguen con menor intensidad a la tierra), el ozono (que absorbe la mayor parte de la radiación ultravioleta) con variaciones según la época del año.
Otros factores que inciden en la intensidad de los Rayos UV y deberán ser tenidos en cuenta son la superficie y su reflexión (por ejemplo la refracción en el asfalto y las paredes, sobre los vidrios de edificios y espejos). Éstos van a aumentar e intensificar los daños que producen los rayos UV.
Las personas con ojos claros, piel clara, con sensibilidad a la exposición ultravioleta, presentan un riesgo significativamente aumentado de desarrollar lesiones en piel y a nivel ocular.
Un ambiente térmico inadecuado causa reducciones en los rendimientos físico e intelectual y por lo tanto la productividad se ve afectada negativamente. El estrés térmico por calor provoca irritabilidad, incremento de la agresividad, de los errores, distracciones, produce aumento de la sudoración, aumento de la frecuencia cardiaca, mareos, etc. Es por eso que se busca que los trabajadores logren el confort térmico.
Los primeros índices sobre la temática los encontramos a finales del siglo XIX (1890) con Vincent y su fórmula en la que hacía intervenir la temperatura de la piel y la velocidad del viento. Posteriormente se desarrollan diferentes índices de confort, entre los que podemos citar a Houghton y Yaglogou sobre temperatura efectiva (1923) y el índice de enfriamiento eólico (wind chill) de Siple y Passel (1945) entre otros.
Llegado a este punto es importante definir qué se entiende por confort térmico (también llamado sensación neutra respecto al ambiente térmico). “Cuando las personas no experimentan sensación de calor ni frío; es decir, cuando las condiciones de temperatura, humedad y movimiento del aire son favorables a la actividad que desarrollan” o “Esa condición de mente en la que se expresa la satisfacción con el ambiente térmico”(Norma ISO 7730).
Dentro de los factores que influyen en la aclimatación al estrés térmico se encuentran la constitución corporal, el sexo, la edad y la aptitud física, entre los más destacados.
Las diferencias de calor con el entorno son las responsables del intercambio térmico entre el cuerpo y el ambiente siendo importante la vestimenta, ya que desempeña un importante papel como factor de modificación. Los tres procesos de intercambio que actúan simultáneamente son: entre la ropa y el exterior, entre el cuerpo y la ropa y entre las partes descubiertas y el exterior.
La vestimenta deberá tener en cuenta las distintas variables que puede tener la tarea a desarrollar por parte de quienes trabajen expuestos al calor, ya que ésta influye en la evaporación del sudor y como pantalla protectora contra la radiación calórica, ya que, por ejemplo, será diferente la vestimenta para tareas bajo calor seco que para el caso de calor húmedo.
El color de la vestimenta también es motivo de atención para los que se desempeñen a la intemperie y al calor, en general la mayoría de los expertos afirman que la ropa de trabajo blanca es mejor porque refleja la luz solar, mientras que la negra la absorbe y la transforma en calor, sin embargo otros sostienen que el cuerpo humano emite energía térmica, por lo tanto si llevamos ropa blanca, el calor que emitimos rebota contra la tela y permanece en el cuerpo, en cambio si la tela es negra, lo absorbe.
Los materiales con los que se confeccionan, deben permitir la evaporación de la sudoración y deben se holgadas; hoy existen muchos materiales nuevos (telas inteligentes) que permiten confort frente al calor aunque, también es cierto que aún no son de fácil acceso para toda la población ni para todas las empresas.
Los especialistas coinciden que, en condiciones naturales, la aclimatación al calor requiere no menos de 7 días, que es el tiempo mínimo que requiere nuestro organismo para los cambios fisiológicos necesarios, pero la aclimatación no es permanente y los ajustes fisiológicos logrados durante la exposición al calor se van perdiendo con el abandono de la exposición al mismo.
Es muy importante conocer la actividad física que implique la tarea dado que a mayor intensidad mayor generación de calor corporal.
Como medida de confort (salud), la frecuencia cardíaca, la temperatura corporal, y la pérdida de peso por sudoración son indicadores fisiológicos de la tensión por calor a tener en cuenta.
Mg Mario Daniel Lopasso.
Médico Especialista en Medicina del Trabajo.
Magíster en sistemas de Salud y Seguridad Social